Cieza, Guillermo, Revista Herramienta
No hace tanto tiempo, pero antes del fallecimiento de Néstor Kirchner, intentando aportar al debate sobre el kirchnerismo escribí un artículo[1] en el que trataba de analizar este novedoso fenómeno político haciendo tres comparaciones: con el primer gobierno peronista, con los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México y con la experiencia del vandorismo.[2]
Sostuve entonces que, de alguna forma, podía caracterizarse que el kirchnerismo era “un peronismo al revés”: más progresista en su expresión superestructural, pero mucho más limitado que el peronismo del 45 en lo referente a la distribución de ingresos y la afirmación de una voluntad soberana.
Continuando con las comparaciones, decía que el kirchnerismo compartía con el PRI mexicano la decisión de construir una hegemonía política a largo plazo y las apelaciones a una simbología que interpelaba a imaginarios coherentes con sus orígenes nacionales y populares, pero que ya no se correspondían con sus actuales propuestas.
Y, finalmente, reconocía en el kirchnerismo un parentesco con la experiencia vandorista, por la presencia de dirigentes con un pasado combativo, que manejan un discurso político masivo atractivo y tienen mucho conocimiento de la resistencia popular, aplicado a un proyecto que trata de ampliar la base hegemónica de dominación capitalista. (Leer completo)
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